En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera, se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban:
- «Tú eres el Hijo de Dios.»
Los increpaba y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero él les dijo:
- «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios; para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Lucas 4, 38-44
- «Tú eres el Hijo de Dios.»
Los increpaba y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero él les dijo:
- «También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios; para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Lucas 4, 38-44
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