lunes, 24 de mayo de 2010

Miércoles 6º del tiempo ordinario


En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego, pidiéndole que lo tocase. El lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en lo ojos, le impuso las manos y le preguntó:
- «¿Ves algo?»
Empezó a distinguir y dijo:
- «Veo hombres; me parecen árboles, pero andan.»
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a casa, diciéndole:
- «No entres siquiera en la aldea.»

Marcos 8, 22-26

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