Padre santo y misericordioso,
tú revelaste a la bienaventurada Virgen María
que, por la venida de tu Hijo,
los poderosos serían humillados
y los humildes ensalzados.
Te pedimos por los humildes
que con Ella claman a ti.
Cristo, tú que naciste de la Virgen María
obediente a tu Palabra,
concédenos también a nosotros
un espíritu dispuesto a la obediencia.
Con ella, la primera de todos tus testigos,
quisiéramos aprender a decirte:
"hágase en mí según tu voluntad".
Dios, tú quisiste hacer de la Virgen María
la figura de la Iglesia. Ella recibió a Cristo
y lo dio al mundo.
Envía sobre nosotros tu Espíritu Santo,
para que muy pronto nos reunamos visiblemente
en un solo cuerpo e irradiemos a Cristo
ante los hombres que no pueden creer.
Reúnenos a todos en la unidad visible
para que con la Virgen María y todos los santos,
testigos de Cristo, nos alegremos en ti,
nuestro Salvador, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.
(Roger Schutz)
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